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CIUDADES DESPUÉS DEL COVID-19

Por Celina Ruiz - Lic. en Comunicación Social - Especialista en comunicación para la seguridad vial

Cómo la pandemia puede ser una oportunidad para repensar nuestras prácticas viales

La imagen es irreal, casi bizarra: una señora pasea sus caniches en plena 5ta Avenida de Nueva York, en una calle desprovista de autos, en una ciudad desprovista de personas. La pandemia del COVID19 está poniendo en jaque no sólo la vida en esta gran ciudad tal como la conocíamos, la ciudad que nunca duerme, sino a casi todas las urbes del mundo.

Nuevos escenarios, nuevos problemas, nuevas preguntas aún sin respuesta. La siniestralidad vial ha sido durante décadas la otra pandemia silenciosa, invisible. Miles de personas jóvenes y sanas pierden la vida en todo el mundo a causa de la imprudencia y el no respeto a las normas de tránsito, y miles más quedan con discapacidades temporarias o permanentes. Para evitar el contagio del virus el gobierno en Argentina ha impuesto desde el 20 de marzo la cuarentena que implica un distanciamiento social obligatorio. Una nota del diario Clarín publicada el 19 de marco afirma que “el avance del coronavirus en la Argentina dejó en evidencia otra pandemia, la de la inseguridad vial. Porque en este período de aislamiento y baja circulación de vehículos generó un descenso considerable de los siniestros viales: la cantidad de personas fallecidas en nuestras rutas disminuyó un 90 % en comparación con el período anterior”. Sin embargo, también sostiene que la mayoría de ellos son motociclistas lo que permite pensar que el descenso de hechos con víctimas fatales se debe a una restricción en la circulación y no a un cambio de conducta, un mayor cuidado o conciencia por parte de los actores viales, lo que deja en evidencia la necesidad de un replanteo urgente de la movilidad.

En este sentido se manifiesta el Subsecretario de la APSV, Osvaldo Aymo. “Debemos comenzar a ejercitar otras prácticas viales que nos permitan una movilidad más sostenible, segura, insclusiva y respetuosa. Establecer circuitos de ciruclación, horarios, segmentación y prioridad de actores, optimización de ciertos medios de transporte, nuevas dinámicas de ingreso y egreso a las ciudades, son quizás, algunas estrategias que vale la pena probar”.

Los acontecimientos son análisis en sí mismos. Lo que estamos viviendo es paradigmático. A partir de esta inusitada experiencia tenemos variables de análisis impensadas. Esta pandemia es un acontecimiento que está dejando profundas huellas no ya en la subjetividad de las personas y en las lógicas relacionales de los seres humanos sino también en la forma de concebir los espacios públicos y cómo nos movemos en ellos. Es muy difícil abstraerse de una determinada problemática mientras se está inmerso en dicho momento histórico, pero al menos creemos válido hacernos las preguntas necesarias. Para quiénes fueron pensadas las ciudades? Al servicio de quién? Con qué propósito? Cuál fue el costo de relegar humanidad en pos de economía, velocidad, individualismo? La lógica capitalista se impone y ya lo decía Foucalt “la verdad no es la verdad del poder”. Y qué ciudades queremos habitar a partir de ahora? Quiénes serán sus protagonistas? Qué pactos colectivos estamos dispuestos a celebrar para garantizar la inclusión y seguridad de todos en estos nuevos escenarios?

Ciudades para quién

Lo cierto es que la mayoría de las ciudades están experimentando profundas transformaciones filosóficas con respecto a la idea de la movilidad tal como existía antes de la pandemia. La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, está evaluando por estos días crear carriles bici temporales con el mismo recorrido que las líneas de metro más utilizadas. La ciudad de Dublin eliminó el estacionamiento en ciertas áreas desde esta semana para ampliar los espacios a peatones y ciclistas. Nueva York está inmersa en una interesante disputa de poder por el espacio público, con defensores y detractores, que finalizará en la apertura de 120 kms de calles a peatones y ciclistas. Todas estas transformaciones tienden a revalorizar el rol de ciertos actores viales en los espacios públicos desde hace años relegados, los más vulnerables vuelven a tener un lugar, se vuelve a pensar en ellos. Ciclistas y peatones ganan las calles y se promueven otras dinámicas de traslado que permitan descongestionar las ciudades.

Los líderes políticos se enfrentan a desafíos superlativos en este sentido y las políticas públicas orientadas a resolver estos temas serán las cartas más importantes a jugar en los próximos meses y años. Cuando volvamos a la normalidad, si tal cosa es posible, necesitaremos más espacio porque seguirán vigentes las normas de distanciamiento social y ese espacio debe ser ocupado por las personas y no por las máquinas. La pregunta es, serán estos cambios duraderos? Serán la expresión fehaciente de que necesitamos y hemos arribado finalmente a un cambio de paradigma? Todas las respuestas son abiertas.

La coyuntura está dando origen a nuevas categorías conceptuales que nos permitan rodear el objeto de estudio: caminabilidad, urbanismo táctico, doctrina del shock en positivo y búsqueda del espacio, entre otros. Del caos de la idea al orden de la palabra, y luego a la acción. Estamos tratando de nombrar lo que nos pasa como sociedad y aquello a lo que aspiramos para vivir mejor. Una nueva ontología urbana surge para permitirnos burlar la trampa histórica en la que estábamos inmersos y que hoy nos interpela como sociedad. El virus está provocando numerosas muertes alrededor del mundo, pero la siniestralidad vial es la causa de millones de muertes de personas sanas y jóvenes debido a causas evitables.

Es urgente que esta experiencia colectiva brinde respuestas a los desafíos futuros que se avecinan. Cuando la pandemia termine, nos esperan otros escenarios, absolutamente reconfigurados que tendremos que habitar. La forma en la que nos apropiemos de estos espacios modificados surgirá de los aprendizajes que hagamos en esta etapa y de las decisiones individuales, sociales y póliticas que seamos capaces de tomar.