Marlene Ayala
(San Luis, 1991)
Es poeta, artista visual, editora y docente. Dirige Luz Futura Ediciones, sello dedicado a la poesía contemporánea. Estudia la Maestría en Humanidades Aumentadas en la UNR. Publicó Family Game (Perniciosa, 2016; reeditado por Matrerita, 2020, y MalViaje, 2023) y los fanzines Macumbita (2021), Kaiju (2023) y Tuturrito (2023). Como poeta digital, trabaja la relación entre lenguaje, tecnología y cuerpo, con obras como Consumo Consumación (2021), Esta historia no está disponible (2023) y Sad Trash (2023), seleccionada por la Wrong Biennale y la revista LiteLat. Participó en la primera Residencia del FIPR (2017), el Festival Poesía YA! (2023) y el 19º Festival Mundial de Poesía de Venezuela (2025). Su obra figura en revistas y antologías como DigoPalabra.TXT, Aura, Poetas Siglo XXI y Niñez (Camalote, 2024).
poemas
madre
madre
cada vez que leo un mensaje tuyo
se abre en mi estómago el agujero negro
una abertura semicircular
por donde crecen las legumbres que plantamos juntas
y que se pudrieron porque las regabas demasiado
me acuerdo de las grietas
en la semilla
el olor a descomposición
los gusanos
los dejábamos así siempre
no es que de verdad me hubiese interesado
alguna vez las plantas
ver crecer un ser débilmente verde
no es que me interesara demasiado
sacarme un diez en ciencias naturales
pero eso era lo que vos querías
insistías en que lo hiciéramos
decías
no hay nada menos real
que el presente
no es que me interesara
madre
cuando intento llorar
las lágrimas me parecen de nuevo
esos gusanitos que duermen agradablemente
y por mucho tiempo
en el algodón
y sólo saben babear
la coraza de la legumbre
que primero era blanca
y ahora
cada día más y más oscura
me decías entonces
pequeña semillita
y yo le decía a mi legumbre
huerfanita blanca
yo sé bien lo que se siente
la asfixia del amor
(de Family Game, Perniciosa Ediciones 2016)
las mujeres de mi familia
las mujeres de mi familia
no se hablan
y si lo hacen
muestran su lengua llena de escamas
sonríen con los dientes afilados
te sirven el té
te dicen
ayer la vi a la hija del primo tal o
el hijo de mi cuñada o
¿viste cómo estaba la casa?
las mujeres de mi familia
están sentadas en la cocina
se lavan las manos con cloro
se pasan un mate
limpian la bombilla
con un trapo mojado con agua caliente
se lamen la herida con violencia
se lamen ahí
entre el matrimonio arreglado
y el golpe del marido
las mujeres de mi familia no se hablan
y si lo hacen
te ofrecen
una caja de bombones
llenos de veneno
(de Family Game, Perniciosa Ediciones 2016)
Lo que abandona el río tras la crecida
el delgado pelaje de
un ternero flotando en el agua
que lo mece
lo coloca tibiamente entre las piedras
pequeños gusanos habitan ahora
la cuenca de sus ojos
se resguardan entre la sangre fría
y lo que resta del cuero apenas blando
un poco más allá
la osamenta de un caballo cubierta de flores
más acá latas de cerveza
buscando refugio en los huecos de un tronco
bolsas colgadas en los árboles
con restos de un asado
el fuego que aún chispea entre las brasas
estrellas en la tierra húmeda
una pareja recostada sobre un viejo manantial
filma una paja en slow motion
después de espiar a las agathemeras
copulando entre los restos de un algarrobo cubierto de hongos
luego se lavan y secan
con un trozo de servilleta que dice burguer king
pececitos blancos corren espesos río arriba
bajo el eco de una cumbia
brillando todavía entre las ramas
(de Los días inmóviles, inédito)
en la oficina de recursos humanos
en la oficina de recursos humanos
jugamos al counter strike durante el almuerzo
nos preparamos media hora antes
separamos de la heladera el jugo con la marca de la empresa
llamamos al delivery y pedimos empanadas de jamón y queso
el ceo nos asigna un equipo
en la corbata del ceo intuimos las reglas:
nunca un terrorista le puede ganar a un antiterrorista
nunca le dispares al ceo
solo él puede disparar al cuerpo
entonces nos aflojamos las camisas
nos limpiamos el sudor con las mangas
disparamos al aire
y esperamos
el antiterrorist wins
para decir gran juego jefe
y volvemos a llenar planillas
(de Pensá mejor, viví mejor, sé mejor, Diezmil cosas Editora)
Si tuviera un hijo lo llevaría a ver un gorrión boca abajo cubierto de hormigas
la hormiga se levanta después de que una ráfaga la tire lejos de la fila
no se distrae más que para unir sus antenas con otras hormigas
les cuenta sus desdichas, advierte la fuerza del viento
que más allá le pareció oler una fruta caída
pero seguirá llevando el pedazo de gorrión
hará un túnel entre las plumas, algunas irán por los intestinos
una hormiga carga sobre sí 50 veces su propio peso
ella carga el corazón del gorrión
mientras otras se llevan flores
todos elegimos lo que queremos cargar sobre nuestros hombros
para todos soplará alguna vez el viento
o caerá sobre nosotros una pisada
al final del día nos veremos
a través de una gota de lluvia
a través de todo lo que llevamos
a nuestro hormiguero
(de Los días inmóviles, inédito)