Nacho Gebala Elias
(Las Toscas, Santa Fe, 1990)
Nació en Las Toscas, al noreste de la provincia de Santa Fe, zona conocida como humedal Jaaukanigás, donde vive actualmente. Estudió Licenciatura en Ciencia Política en la UNR hasta el ciclo superior. Actualmente estudia el Profesorado de Lengua y Literatura en el Instituto Superior N.° 63. Es poeta, escritor y guía de turismo en naturaleza. Sus textos integran los libros Rosario, una ciudad anfibia. Crónicas contemporáneas (2019), Bitácoras de la intimidad. Palabras del aislamiento (2020), Maestras argentinas. Entre mandatos y transgresiones (2021), Las cenizas llegaron a mi patio, una antología por los humedales del Paraná (2021), Diccionario enciclopédico de las cosas que nos gustan (2022) y Orgullosa Itinerante (2023). Su primer poemario, titulado Jaaukanigás (Editorial Biblioteca, 2024), obtuvo una beca del Fondo Nacional de las Artes, ganó una mención en el Premio Provincial de Poesía José Pedroni y fue declarado de interés por la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe.
poemas
Eric, pescador de las islas
tiene la remera blanca
que se abolsa
y queda colgando
manchada
por el marrón del barro
y un coletazo de escamas
que le dejó
la noche de tormenta
la remera desde su cuello
languidece
lo presenta erguido
su piel
llega al marrón del sol
al marrón del agua
revuelvo
su pelo de ébano
salpicado de arena
partículas diminutas
se esparcen
como una constelación
marcan mapas
nos dicen destinos
entre surcos fugaces
remolinos de la noche
y esa fragancia
que viene de su nuca
ese olor
a artemisa silvestre
Publicado en Jaaukanigás (2024), Editorial Biblioteca.
Catorce vueltas
remada la Cancha Ancha
luego viene el paso Portland
donde el agua achocolatada
se junta con la pluviosa
por allí cruzaba
la barcaza La Carola
transportaba cemento
llevaba toneladas de azúcar
a Goya y Bella Vista
traía de las islas
picanillas y tacuaras
en su puesto está Pocho Cantero
imita idéntico el sonido gutural
de los yacarés en la costa de enfrente
el Rodeo
zona de remansos y remolinos
ayer casi se ahogaron
dos que estaban pescando
el Rodeo
como montar a pelo
potros salvajes
o reses vacunas bravas
el agua no tiene cabellos
a los que agarrarse
cuatro remolinos
provocan estruendos
la barranca se erosiona
en forma circular
cuerpos perdidos son guiados
por ríos subterráneos
el descanso y el amarre
en las Tres Boquitas
bajo la sombra de un chacoensis
yvyra rembe’y
árbol que crece a orillas del agua
los carayás aulladores anuncian
el comienzo de las Catorce Vueltas
selva de galería
corazón de cementerios
curvas de Aqueronte
donde se varaban
las vigas robadas
de las jangadas
río abajo venía el jangadero
desde Paraguay por el Paraná
aparecían los bandidos del agua
cortando cadenas
las vigas se desbandaban
entraban por los riachos
acarriadas con la correntada
muchas se vararon
las descubre la bajante
dicen que los bancos de cedro
de la iglesia de mi pueblo
están hechos de estas vigas
de jangadas robadas
la trepadora mikania
hierba de las serpientes
amuralla las Catorce Vueltas
perfuma marzo
sus márgenes dentados
son alas de dragón
el inga colorado acaricia el lecho
su plumerillo divaga
por la brisa estival
bajo su raquis alado
sirve tazones de néctar
en simbiosis con las hormigas
en la vuelta
del timbó inundata que duerme
la siesta se cuelga
de lianas y muérdagos
los camalotes gigantes
bien podrían dar morada
a aguaciles del paleozoico
un centenario manduvirã
lleva las marcas de las crecientes
en sus ramas lanzas
las arañas urden las telas
que paralizan las ánimas
Francisco Álvarez
bandido rural
gaucho benefactor de los pobres
se hundía en los troncos
acanalados de aletones
salpicado por la sangre
naranja de dragos
el bosque de ceibos
solita la karanda’y
en otra vuelta
te espera
el yvyra pytã más alto de todos
nido de caranchos
capa dorada
rozador del cielo
pregona el arribo
a la punta del cementerio
custodiada por
la legendaria cascabel
nebulosas de mosquitos
y dos tipos de avispas
alertas en la orilla
dispuestas como erizos checos
káva alazán que muerden
káva chu’i que pican los ojos
en el cementerio
las capas blancas
de valvas y caracoles
junto a tiestos cerámicos
invocan ancestrales
prácticas mortuorias
el río te traga
a veces te salva
Publicado en Jaaukanigás (2024), Editorial Biblioteca.
Palán palán
quién pudiera
silvestre y okupa
nacer como la planta
brotar del abandono
crecer desde el encierro
ser fisura en el bloque
una hendija
Publicado en Jaaukanigás (2024), Editorial Biblioteca.
Donde quedan las palabras
hay lugares donde se guardan
las palabras que no se dijeron
mi abuela preserva uno en su boca
esas palabras
apenas ven la luz
la intemperie
abre
pronuncia una frase
y deja la boca
en cavidad entreabierta
un pocito arrugado
donde retumban
las que continúan
pero no salieron
se mueven allá dentro
no se las descifra
dos siestas antes
del día de los inocentes
fallece su amiga Inocencia
mi abuela lee
el mensaje de aviso
y pronuncia al aire:
«murió Inocencia»
inmediatamente le sigue
esa cavidad
una pequeña inspiración de aire
encabalga su lengua
interna reverberancia
de letras que se entrechocan
y dicen ahí dentro
lo que la mesa no entiende
¿acaso musitó
un réquiem
una plegaria
un rezo?
intento discernir
en esos segundos
que se quedan allí dentro
Inédito.
Bruno
Bruno
las chicas grandes
que yo admiraba
de vos gustaban
Nancita venía de Corrientes
yo iba como mascota
detrás de ellas y mis primas
los veranos en el club
ellas esperaban en la vereda
que montado a tu cuatri
vos pasaras
el agua de la pileta
chorreaba de las mallas
hacía estrellas sobre el cemento
Bruno
Bruno
rubio melena
cultivabas naranjas
las repartías por el pueblo
enorme en cuatriciclo
tu imponencia giraba en la esquina
la arenilla te deslizaba
eran las mechas largas
de un Brad Pitt en Troya
cinchando el carro
con Héctor en la polvareda
al calor del norte de nuestra provincia
bicho de campo y de río
surfista neozelandés
montado a la cresta de estas chacras
tu collar no es de tiburón
tiene diente de yacaré
este verano te vi
le dije a mi amiga
pasemos por su casa
dos kilómetros de camino rural
y vos ahí
cruzándonos en tu moto
y al otro día
arriba del galpón
Bruno
las chispas
cocuyos de brasa
se encendían desde tu lomo
soldabas sin protección
en esa cima de chapas
más alto que el Monte Olimpo
después de vos
Zeus y los demás
la siesta que te vimos
cabalgar cerca del cañaveral
hablamos de tu brazo
caoba pintado
de atardeceres dorados
que hace poco una trilladora
te lo hizo ensalada
dice mi amiga
mirá que habla
como gringo de campo
le llevo le traigo le
esa tosquedad me gusta
aunque yo nunca
te escuché hablar
tampoco nunca
te vi muy cerca
Bruno
rubio chacra
todo el día descalzo
algún día
sin amigas ni primas
voy a ir por naranjas
Inédito.