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Lifschitz visitó un taller de radio del Nueva Oportunidad y fue entrevistado por los alumnos

Unos 30 jóvenes participan de un taller que se ofrece en el club Reflejos. Este viernes recibieron la visita del gobernador.

El día que Shirley Giménez (18 años y con una hija de dos) entró por primera vez a al diminuto estudio de la radio del club Reflejos de Empalme Graneros, ubicado en un altillo del gimnasio, no se quiso bajar. “Estaba ahí con mi amiga Candela, y le dije: ’esto es hermoso, no salgamos más de acá’”. Matías Páez también tiene 20 años, es pintón, canchero, con algunos tatuajes y juega a la pelota. “Me trajo mi mejor amiga, yo no tenía mucha idea, y desde que entré aprendí a modular la voz, a hablar bien. Ahora sé como funciona una radio, y lo que más me gusta es que charlamos de todo, de las realidades de cada uno, de lo que nos toca”, afirma sonríe, y mira a su amiga que lo llevó con complicidad.

Historias y vivencias como estas son el común denominador de los 30 pibes que tres veces por semana se capacitan en el taller de radio que se ofrece en este club del corazón de Empalme, en el marco del Plan Nueva Oportunidad, un programa gestionado de manera conjunta por la provincia y la municipalidad de Rosario, que permite capacitarse a jóvenes, de entre 16 y 30 años, para que adquieran herramientas de inserción laboral y hábitos de convivencia social, a través de participar de espacios de intercambio y reflexión.

El taller funciona en el Club Reflejos desde hace algunos años y se puede escuchar por el 104.7 del dial y porwww.fmreflejos.com. El presidente del club, Marcelo Antonelli, y su esposa Gloria Rogalsky le ponen el alma y el corazón al taller, que cuenta con un docente de lujo: el periodista y relator Walter Hugo. Entre ellos se encargan de transmitir a los jóvenes el maravilloso oficio de la radio, ese mágico mundo que nace a partir de un micrófono y que se multiplica en el aire para llegar a cada casa del barrio.

Los jóvenes a los que apunta el Nueva Oportunidad tienen realidades complejas y difíciles, pero Marcelo y Gloria están convencidos que pueden salir adelante y por eso desde el primer día se dedican con amor a contenerlos y hacerles ver que pueden superarse. “Para nosotros es muy importante que vengan los chicos al club y dar los cursos aquí, porque es una forma de poder dejarles un mensaje de vida. Nosotros nos basamos en el trabajo y por eso les decimos que siempre hay un volver a empezar. Darles oportunidad de alentarlos, de decirles que pueden y que no se queden quietos. Es un orgullo estar con ellos, porque ellos son el futuro”. Y ese mensaje de esperanza, de entusiasmo, está claro que se contagia porque no paran de sumarse chicos y chicas todas las semanas al taller del club Reflejos.

Los viernes es un día de reflexión en el curso: se lo llama “Tercer Tiempo” y es el momento en el que se hablan a los ojos y se cuentan la vida. El ritmo y la alegría lo ponen esos niños y niñas con pañales que acompañan a sus madres a aprender. Madres jóvenes que intentan terminar la secundaria mientras dan la teta, mujeres que enfrentan su propia realidad sin dejar los sueños y chicos que bajo sus gorritas sueñan, como sus compañeras de taller, con ser algún día puedan ser periodistas, conductores o locutores.

El viernes pasado no fue un viernes más, mientras los estudiantes hacían ejercicios de modulación de voz y aprendían a preparar y producir, de pronto la puerta se abrió y Marcelo les anunció: “Tenemos visitas: hoy vamos a entrevistar al gobernador de la provincia”. Y todos quedaron sorprendidos. Miguel Lifschitz saludó uno por uno se sentó a la mesa con ellos y compartiendo mates y facturas, se pusieron a charlar.

Como no podía ser de otra manera, Shirley fue la primera en romper el hielo, se presentó ante el gobernador, y le pidió que le cuente “¿Qué otros programas como éste tiene pensado la provincia?”, dejando entrever que el entusiasmo que ella tiene no terminará en el taller de radio y quiere seguir aprendiendo. Entonces el gobernador hizo un racconto de todos los programas que tiene la provincia para capacitar, incluir y mejorar las oportunidades de sus jóvenes como el Volver a Estudiar, Ingenia, Becas, capacitaciones en oficios, entre otros.

Más adelante, la charla se fue para el lado de lo personal. Otro de los chicos preguntó: “¿Cómo fue gobernador que se decidió a volcarse a la política?”. Y Lifschitz recordó su adolescencia y su participación en el centro de estudiantes del Politécnico y en la Facultad de Ingeniería, los tiempos difíciles de la dictadura militar, y el entusiasmo del retorno de la democracia en 1983.

Mauricio, no preguntó. Quiso (y pudo) presentarse, contarle su historia de vida y agradecerle al propio gobernador por haberle dado la chance de participar de ese espacio de capacitación, pero al mismo tiempo de integración e inclusión. “Yo salí hace unos meses de la cárcel, me equivoqué, pagué y acá estoy, con mis compañeros y mis profes, aprendí a hablar, hacer las cosas bien y le quiero agradecer por darme esta oportunidad, porque si no mi vida sería otra”. Se hizo un silencio por unos segundos. Mauricio como tantos otros chicos, escupen su realidad así, a boca de jarro, sin anestesia. Y sabe de lo que habla, sabe que está ahí por su propio esfuerzo y también por el de los demás.

Después fue el turno de Candela, la amiga de Shirley, pusieron cumbia, quisieron saber más y volvieron a preguntar. Lifschitz respondió a cada uno de sus interrogantes, y es más, pidió que le cuenten qué cosas veían en el barrio y qué cosas había que mejorar y arreglar. Los escuchó, compartió mates, los miró a los ojos y se dejó llevar por la charla por casi una hora de anécdotas, de política, de gestión. Una charla cálida y fluida, emotiva por momentos. Para los pibes del taller de radio del club Reflejos, no fue una entrevista más. Para el gobernador, seguramente tampoco.

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